El pasado viernes 4 de octubre, durante la ceremonia de toma de posesión de la nueva cónsul dominicana en Filadelfia, Lourdes Herrera, se produjo un lamentable incidente que ha generado un fuerte rechazo en la comunidad dominicana en Pensilvania. La esposa del ex cónsul Alexis Enríquez, conocida en ciertos círculos como la mal llamada “primera dama”, protagonizó un altercado contra el reconocido comunicador Raymond González, en un acto que muchos califican como un ataque directo a la libertad de prensa.
Durante el evento, la señora, visiblemente alterada, intentó agredir a González, acusándolo injustamente de ser responsable de la destitución de su esposo, el ex cónsul Alexis Enríquez. El comunicador, manteniendo la compostura, respondió con firmeza que las verdaderas causas de la destitución de Enríquez radican en su propia gestión, caracterizada por la prepotencia, la arrogancia, el maltrato a los empleados y la soberbia en su liderazgo al frente de la sede diplomática en la ciudad que es símbolo de la constitución americana.
El comportamiento agresivo de la ex “primera dama” no pasó desapercibido y fue duramente criticado por los asistentes, quienes vieron en su reacción una afrenta no solo contra el comunicador, sino también contra el ejercicio periodístico libre y responsable. La comunidad dominicana en Filadelfia, que ha seguido de cerca los desaciertos de la pasada gestión consular, expresó su descontento ante este tipo de actitudes que intentan silenciar la crítica constructiva y la denuncia pública.
Este lamentable episodio pone de relieve la importancia de respetar la labor de los medios de comunicación, cuyo deber es informar con veracidad, aunque ello implique señalar las malas prácticas de quienes ostentan el poder. Raymond González, en su labor profesional, no ha hecho más que cumplir con su responsabilidad periodística, destacando los errores y excesos de una gestión que dejó mucho que desear.
La agresión contra la prensa es inaceptable en cualquier circunstancia, y la comunidad espera que este hecho sirva como recordatorio de que la democracia se fortalece con el respeto a la opinión pública y a quienes ejercen el periodismo con compromiso y ética.